viernes, 22 de junio de 2012

El inicio de la historia

Saludos.

Finalmente el verano ha llegado al hemisferio, los aguaceros de mayo nos dieron una tregua después la larga sequía y escribir mientras llueve por la mañana o la noche me ha traído recuerdos de aquellos días en Tampico cuando empecé a contarme historias delante del teclado hace mas de 20 años.

Hace unos días reflexionaba sobre las ocasiones en que algunos aspirantes a escritores me contaron con entusiasmo la historia que traían en la cabeza: Me detallaban los mundos donde se desarrollaba la historia, el orígen del personaje principal, de su antagonista, de la vieja rivalidad y como llegaban a un duelo final, incluso eran capaces de contarme como este protagonista era solo uno de una larga dinastía de guerreros, de como su orden se remontaba a miles de años en el pasado y de como continuaría hasta miles de años en el futuro. En pocas palabras, en su cabeza tenían toda una saga planeada.
Venía entonces la pregunta obligada: "¿Y ya tienes algo de eso escrito?", a lo que la respuesta era - tras muchas explicaciones - una negativa.

El asunto es que es muy fácil para el escritor novel dejarse arrastrar por la imaginación y después de apenas haber bosquejado un par de detalles del personaje, ya están perdidos en la genealogía de los abuelos o en la fauna nociva que suele atacar a un tipo de planta especial que solo crece en un planeta remoto. Celebro una imaginación desatada, pero en este oficio es tan útil como un caballo desbocado lo es para una carreta.

¿Cómo evitar esta tentación?

Una vez me hice la pregunta "¿Dónde comienza mi historia?", y la respuesta más evidente fue "Cuando nací". Pero en realidad mi historia empezó antes, cuando se conocieron mis padres. Y aún antes de eso, cuando algunos de mis ancestros desembarcaron en América. O antes de eso, cuando una guerra los obligó a abandonar su tierra, y si me voy más atrás, al momento en que llegaron a asentarse en ella. La historia de cada persona podría remontarse hasta nuestros antepasados en Africa, hasta el primer vertebrado si quieren.  ¿Y dónde termina mi historia? Más allá de mis nietos y bisnietos tal vez, hasta donde el último hombre vea el último ocaso de la Tierra cuando el sol se convierta en supernova.

Sin embargo, toda esa gran historia no es sino la suma de muchas historias más pequeñas.

Al abordar cualquier narración, tenemos que partir de un momento histórico y los cambios que causaron en un personaje. Si la novela o cuento hablan de un soldado y cómo desertó del frente, es probable que no sea relevante la vida de su bisabuelo que fue granjero en tiempos de paz, así como tampoco lo es la vida del bisnieto que se volvió chofer de autobuses, por decir algo.
El relato solo requiere que sepamos quién es el soldado, qué busca, donde está y qué debe hacer para lograr su cometido. Eso basta para que el lector se identifique con él y comparta ese momento de su vida.

Yo no pretendo decir que no sea válido escribir una odisea tipo "Dunas" o "Fundación", vaya ni siquiera un "Star Wars", que son sagas que extienden sus ramificaciones décadas hacia el pasado y hacia el futuro. Sin embargo el escritor tiene que elegir el punto más interesante para transmitir su idea.

Creo que ahí radica el problema: Muchos nos embelesamos con los detalles (la plaga en la planta exótica del mundo lejano) porque son ensoñaciones dulces, y olvidamos que el objetivo de la narración es TRANSMITIR UNA IDEA.
Volvamos al soldado: ¿Me servirá para contar una historia sobre la permanencia del hombre ante la adversidad? Puede ser que si. ¿Me servirá para contar una historia sobre las bondades de la vida campestre y una dieta balanceada? No, en ese caso mejor cuento una historia sobre el abuelo granjero.
Cuando no hay una idea clara, la historia carece de propósito y termina siendo un viaje colorido o alucinógeno en un mundo extraño, unas vacaciones que no nos dejan mas que muchas imágenes que probablemente olvidemos pronto.

¿No sería mejor que ese paisaje exótico sivrviera como marco a una metáfora de nuestra vida? ¿No cumpliría una misión mas noble el relato, si el lector lo recuerda de forma entrañable no solo por su despliegue de artificios, sino por las ideas y emociones que evocó en él?

Esa son mis preguntas para los nuevos escritores, y para todos los que anhelan seguir el camino a esta pira gloriosa que son las letras.

Vale la pena intentarlo, a veces podemos sorprendernos.

¡A volar!


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